Han chachado que dentro de una sala de clase nunca falta el gil que se jura super dotadointeligente conocedor de toda la actualidad y que siempre, regularmente levanta la mano como chorrocientas veces para opinar de la noticia de la noshe, de la semana, del año o lo que sea para que todos lo miren con cara de "oh, el hueón culto", pero AMIGOS, COMPAÑEROS (ay! sonó tan comunista eso) todos somos cultos (o por lo menos eso dice la guía de filosofía sobre sociedad) y al final lo único que hacen es interrumpir las clases con tanto dato poco importante. Otra cosa que odio mucho es cuando como que ponen voz seria y más profunda como pa' recitar un poema y lo único que dicen es algo como "los mapuches queman camiones" ahí a mi me dan ganas de recitarles otro poema con voz profunda y firme EJEM! un "me gusta cuando callas porque estás como ausente" o mejor aún, un buen "andate a la chucha", pero me resigno a rodar los ojitos y mirar la hora porque me quiero ir. Ya, pero toda esta introducción media nerd y filosófica es para contarles un poquito de mi con respecto a mi penosa vida de escolar que acaba de terminar tercero medio.
Llevo cuatro años en un liceo el cual no nombraré porque no le quiero hacer publicidad. Liceo el cual yo soñaba cuando chica, porque era grande, de bonita infraestructura y el mejor de Temuco y a mi como cabrachicahueona me brillaban los ojitos. La hueá es que llego a octavo, se abren postulaciones y quedo, y pa' rematar en curso de selección, el mejor de lo mejores y me brillaban todavía más los ojitos de lo ilusa que era. Y eso me lleva a octavo básico, cuando recién llegué y la historia con el chicodelosojitosdegato al cual le pondré, gato ya veo que algún día cuando sea famosa esta entrada llega a sus manos (soñar es gratis) La historia comienza así:
